Un aspecto gravitante dentro de la ocupación y transformación de la Araucanía durante la segunda mitad del siglo XIX fue el desarrollo de vías de transporte y comunicación. En este contexto, junto con la construcción de caminos y la expansión del ferrocarril, la navegación por ríos y lagos cobró gran relevancia. Primero con fines militares, luego asociada a la floreciente actividad comercial y al crecimiento poblacional, la conectividad marítimo-fluvio-lacustre permitió trasladar grandes volúmenes de mercancías y pasajeros, rompiendo el aislamiento relativo en que quedaba la región en los períodos de lluvia.
El espacio que mejor ilustra la importancia de la navegación fluvial en la Araucanía es la hoya hidrográfica del río Imperial. Ya en las últimas décadas del siglo XIX, pequeños vapores surcaban sus aguas, transportando mercaderías –especialmente trigo, legumbres, harina y productos madereros– y pasajeros. Con el correr de los años, la presencia de estas embarcaciones fue aumentando, al igual que su tonelaje, regularidad y alcance, con rutas que conectaban Cholchol, Carahue y Puerto Saavedra con lugares próximos, como Valdivia, Concepción y Valparaíso, o distantes, como el Norte Chico, las salitreras en el Norte Grande o, incluso, las costas del Perú o de Ecuador.
Sin embargo, las dificultades que ofrecía el Imperial para la navegación de vapores de mayor cabotaje, sumadas a la extensión de la red ferroviaria a la zona, condujeron a una progresiva disminución del tránsito por este cauce. En las décadas siguientes, el mejoramiento de la red vial hacia Puerto Saavedra y la construcción en 1949 de un puente colgante en Carahue marcaron el fin de su utilización como vía de transporte masivo.
Pero hubo otro factor que precipitó este ocaso. El año 1948, las aguas del Imperial fueron escenario de dos tragedias, las mayores en la historia de la provincia: el naufragio del vapor Cautín en enero y el de la lancha motor Helvetia en marzo, con un saldo de 80 y 44 muertos, respectivamente. Dichos accidentes echaron por tierra la sensación de seguridad que ofrecía este tipo de transporte.
El expediente del caso Helvetia
El Archivo Regional de La Araucanía conserva el expediente judicial del naufragio del Helvetia. Sus 220 páginas incluyen las declaraciones de testigos, los certificados de defunción de las víctimas y el informe de la auditoría naval realizada por la Marina, permitiendo precisar las características tanto de la nave como de su tripulación y pasajeros, y establecer la cronología del accidente. Algunos de estos antecedentes permiten explicar las causas del hundimiento, suscitando al mismo tiempo interrogantes acerca del devenir de la navegación en el Imperial durante la primera mitad del siglo XX.
Descarga el artículo completo “La navegación del río Imperial y la tragedia de la lancha motor Helvetia en 1948”, por Jaime Flores Chávez y Andrés Sáez.